El edificio de la yerbatera Cruz Malta, que abarca casi la totalidad de la manzana poligonal que rodea la avenida Patricios y las calles Pi y Margall, Ruiz Díaz y Martín García, es otro caso, aunque sufrió variaciones en cuanto al destino.
En su desarrollo interviene un grupo local integrado por Néstor y Osvaldo Zuccini, y la desarrolladora australiana Delmo: uno de sus directivos, Guillermo de La Vega apunta que “son fondos de pensiones y capital público privado interesados en la región básicamente en la Argentina, que llegaron buscando alternativas de inversión”.
En calidad de manager de la construcción, interviene Bovis Lend & Lease y el proyecto es del estudio Berdichevsky -Cherny. Estratégicamente situado frente al Parque Lezama, sobre la sólida estructura del antiguo depósito de yerba de la tradicional marca, que cuenta con plantas libres y de gran altura, sus realizadores se propusieron una tarea de reciclado y construcción de un edificio de oficinas que engloba 15.000 m2 de alfombra.
Según indicaron, aunque rehusaron dar nombres, ya se ha firmado un contrato con un único locatario, una importante corporación, que recalará allí cerca de fin de año, fecha prevista para la entrega, y donde se instalarán 1700 empleados. El edificio, además de su carácter patrimonial, resultó interesante porque se trataba de una entrega rápida, en un mercado con demanda insatisfecha.
En 2005, cuando se adquirió la propiedad, se pensó en un proyecto residencial, pero luego frente al crecimiento de la demanda de oficinas se modificó el plan original. En tal sentido, Osvaldo Zuccini precisa que agotada la oferta de terrenos en Puerto Madero y el Micro Centro, la ciudad tenía que pensar hacia dónde crecer. “Hay que entender las causas del crecimiento hacia Barracas, porque también hay otros sectores, la realidad es que esa zona cuenta con plantas industriales y edificios factibles de ser reconvertidos con mayor rapidez, lo que da mayor atractivo a la inversiones y no en otro lugar donde hay que arrancar desde cero”, puntualiza.
“Es una zona que no está agotada, hay mucha oferta, y por ende lo más importante es estar entre los primeros. Vimos la oportunidad y asumimos el riesgo de la inversión, apuntando al concepto de back office”, recalca de La Vega. La zona que ya cuenta con una serie de proyectos se irá potenciando y congregando una gran cantidad de empleados dando lugar a la aparición de ofertas comerciales. Sus realizadores apuntan que es la inversión privada la que comienza a valorizar la zona, que lógicamente debe estar acompañada por políticas públicas que fomenten esa inserción en un sector que, además por su cercanía con La Boca, también adquiere relevancia turística.
Un punto de fricción: se mostraron muy preocupados por el incremento de costos y de la inflación, incluso medida en dólares, lo que desalienta futuras inversiones, si persisten estas condiciones.
El arquitecto Carlos Berdichevsky puso el acento en “la nobleza del inmueble, que obligó a una tarea muy cuidadosa en el reciclado”, para transformarlo en un nivel de cocheras, bauleras y dependencias generales en un semi subsuelo, y seis plantas de distinto tamaño para oficinas, que se extienden en entrepisos que balconean hacia espacios interiores.
En la planta baja se ubican los accesos, y también se albergan dos áreas centrales descubiertas, destinadas a jardines y recreo. A partir del primer piso se plantean los entrepisos de oficinas. En la terraza sobre el 4° entrepiso se desarrollará un sector de esparcimiento. El acceso vehicular será por Pi y Margall y el peatonal sobre la avenida Martín García. De esta manera, las apuestas dirigidas al Sur están generando proyectos que atraen inversiones de alta sinergia, resta ahora mejorar la vinculación con el Norte a través de medios eficientes de transporte, y que el Estado cumpla con las obras de saneamiento pendientes, sin las cuales el desarrollo armónico seguirá demorado.